jueves, 10 de julio de 2008

VINCHOS

BREVE RESEÑA HISTÓRICA

Vinchos Distrito de la Provincia de Huamanga, Región Ayacucho, fue creado en 1875. Los antiguos habitantes del actual Distrito de Vinchos, fueron recolectores y cazadores, ubicados en aldeas o pequeñas agrupaciones humanas en el valle y quebradas del río Chicllarazo, que se origina en las alturas desde la laguna de Chocloccocha, en los límites con Huancavelica. Siglos después estas primeras agrupaciones humanas se extendieron y descendieron hacia los valles más abrigados y benignos donde se desarrolló la cultura Warpa.
Posteriormente, varios siglos después de la era cristiana, como resultado de la intensa relación con las culturas Nazca en la costa Sur y Tiahuanaco en la sierra Sur, nuestros antepasados Warpas fueron logrando la formación de un gran desarrollo social y cultural, en el periodo llamado horizonte intermedio, dando origen al gran imperio Wari (500 a 1100 D.C), centro cultural andino que logró expandir su dominio e influencia durante más de 500 años, tanto hacia el Norte y Sur de los Andes. Por lo extenso de su crecimiento y las contradicciones a su interior, vino su declinación y fraccionamiento regional, después del año mil de la era cristiana, dando lugar al periodo de las expansiones regionales, en que se formaron diversos centros culturales menores. En Ayacucho, con el transcurrir de los años y siglos después se formó la Confederación Chanka con los Huankas y Coras, de gran poderío militar. Los Chankas estuvieron en constante conflicto con la cultura Quechua del Cusco, hasta cercarlos y estar a punto de tomar militarmente la ciudad imperial del Cusco, (alrededor del año 1,450) hasta que el noveno Inka, Pachacutec logró derrotarlos, iniciando recién el periodo de expansión del imperio Inka con el cual se formó el Tahuantinsuyo. A partir de la derrota de los ejércitos Chankas, que retrocedieron hasta internarse en las selvas del centro de nuestro territorio, creció la expansión del imperio Inka hacia el norte de los Andes hasta llegar hasta Quito (en el actual Ecuador). Los Inkas, para consolidar sus dominios, instalaron un asentamiento intermedio de su poderoso y gran imperio del Tahuantinsuyo, creando y construyendo en Vilcashuaman un centro administrativo, religioso y militar, para controlar todas las poblaciones de origen Chanka ubicadas en los valles interandinos de esta extensa región de nuestro territorio, especialmente de las cuencas del río Pampas y del río Cachi, cercanos a las cordilleras de Huancavelica, donde se ubicaban las praderas de crianza de camélidos y los yacimientos mineros de plata y oro. Este era también, un corredor natural en la expansión Inka hacia la costa, para dominar otros territorios de los reinos de origen Nazca, Chincha y de Pachacamac. En todo este territorio existió un importante intercambio de productos desde la selva del Apurímac, con los de sus valles interandinos, de las praderas de sus altas cordilleras y los productos agrícolas y marinos provenientes de la costa.
El rol histórico de esta población principalmente campesina, ha sido la producción agrícola, la crianza y explotación de los camélidos por las diversas utilidades, como medios de carga, fuente de carne, pieles y fibras. Pero tampoco podemos olvidar que estos Ayllus fueron la fuente de la mano de obra que utilizaron los Inkas, tanto para la extracción de los minerales preciosos, como para la construcción de sus asentamientos administrativos, religiosos o fortalezas militares en estos territorios. Por lo tanto, los Ayllus no solamente tributaban productos agropecuarios para sostener a la sociedad mayor (Inka) sino también tributaban hombres y mujeres tomados como fuerza de trabajo para la explotación minera y los servicios en las ciudades intermedias Incas. Con la llegada de los Españoles a estos territorios después de 1532. El dominio colonial de los europeos, mantuvo las formas de explotación sobre la población autóctona de estos valles interandinos. Muchos de los Ayllus, fueron reunidos en las reducciones y encomiendas que crearon los españoles concentrándolos en las llamadas comunidades de indígenas, para controlar mejor la administración de los tributos de la producción agrícola y ganadera, también para asegurar la mano de obra gratuita, tanto para la explotación minera, como en los trabajos de construcción de las ciudades y aldeas de asentamiento español, llamados obrajes; hacer el reparto forzoso de mercancías costosas a los caciques indígenas para extorsionarlos y colaborar con la Iglesia en la destrucción de las antiguas religiones e imponer la religión cristiana. Los antiguos Ayllus siguieron siendo comunidades tributarias en productos agrícolas y ganaderos, como en fuerza de trabajo gratuito y obligatorio en los obrajes y las mitas mineras.
Durante la República después de la independencia, nuestros campesinos indígenas siguieron brindando esos servicios gratuitos en las haciendas como braceros labradores de la tierra, mitayos en las minas y servidumbre en las casas de las familias notables, de terratenientes y autoridades criollas de las ciudades. Por tanto reducir el rol, a que tipo de productos agrícolas o pecuarios producen los campesinos de un distrito, esconde esa otra parte de contribución forzosa, obligatoria y compulsiva que entregaban a la sociedad mayor, como fuerza humana, gratuita o falsamente remunerada en condiciones de servidumbre, en labores diversas para la clase dominante. Todo esto persistió y empeoró con el gamonalismo terrateniente después de la independencia. A lo largo de todo el siglo XX, impulsado por grandes corrientes del pensamiento humanista en Europa después de la primera guerra mundial, que también conmocionan a los pueblos de América Latina, se produce en nuestro país el surgimiento y desarrollo de un actor social fundamental para explicar los grandes cambios sociales, políticos y culturales que se han venido produciendo progresivamente en la sociedad peruana, orientados a construirnos como nación unitaria, democrática y con identidad propia, andina. Son los grandes movimientos sociales, gremiales, sectoriales, regionales, y políticos, que han surgido desde abajo, que han luchado por la reivindicación de sus derechos siempre desconocidos, recortados o atropellados por los grupos de poder dominantes de los sectores privilegiados de la sociedad.
En el periodo entre los años 60 y los 80 se produce en el país, grandes cambios en el ordenamiento del mundo andino. Las reformas radicales de las formas terratenientes y gamonalistas de la tenencia de la tierra y las relaciones de poder que se habían establecido en la sierra, fueron dando paso a una redistribución de la tierra hacia los feudatarios de las haciendas, y campesinos sin tierra, transformadas en cooperativas y empresas asociativas y otras unidades productivas para campesinos sin tierra. Igualmente a partir de la Constitución de 1,979 los campesinos analfabetos de origen quechua, adquieren el reconocimiento ciudadano del derecho al voto, todo lo cual contribuyó a modificar el sistema tradicional del poder del gamonalismo y democratizó las relaciones sociales en el mundo rural y de toda la sociedad peruana. Sin embargo en Ayacucho, desde los años 70, debido a los grandes niveles de desigualdad e injusticia que permanecían en el campo, se fue extendiendo la corriente política dogmática y violentista impulsada por sectores de pequeña burguesía e intelectuales desde la universidad de Huamanga, que sostenían que la única forma de resolver estos problemas políticos, propios de un sistema semifeudal, era mediante la organización de la confrontación armada y la destrucción violenta del sistema político vigente, hasta conquistar el poder mediante la guerra y construir un supuesto paraíso de los pobre dirigidos por la cúpula senderista.
En la época del 80 al 90, se desencadenó la violencia política que produjo la pérdida de vidas y la destrucción de las comunidades y de la producción agropecuaria. Obligando a una migración masiva hacia la capital de Ayacucho, y a las ciudades de la costa como Ica y Lima, buscando refugio a los estragos de la violencia criminal e impune que se ensañaba con las poblaciones indefensas del campo. La Etapa Colonial, a pesar de la dificultad de encontrar fuentes y referencias históricas ciertas, sin embargo existen los títulos antiguos del pueblo de San Francisco de Vinchos, antes de la Provincia de Huanta y la Doctrina de Ticllas, archivado a petición de los comuneros y otorgado ante el escribano de su majestad Don Francisco Navarrete por el año 1596, tramitado por el Obispo de Quito Don Diego Ladrón de Guevara, ante el Consejo del Virrey, Gobernador y Capitán General de los Reinos y Provincias del Perú, Tierra Firme y Chile. Dichos Títulos comprenden tramitaciones hasta el 15 de Agosto de 1800. A la vez jugó un papel muy importante el Distrito de Vinchos de acuerdo a la demarcación Política del País a inicios de la etapa de la República, denominado como Distrito de Socos – Vinchos, creado con la Ley Nº 1201 del 07 de Agosto de 1825 en la administración dictatorial del General Simón Bolívar y su reconocimiento al igual que otros Distritos de ese entonces. El 02 de Enero de 1857 fue reconocido por el Gobierno del Mariscal Ramón Castilla como el distrito de Socos-Vinchos, hasta 1957 en que se divide y son creados los distritos de Vinchos y Socos. Las Leyes fueron dispositivos de carácter general, convocando a Elecciones Municipales en la República, con Ley 17041 del 13 de Junio de 1968 Vinchos se constituye separadamente de Socos como Distrito.

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